Parece oportuno referirnos a los aspectos espirituales distantes de los jurídicos. En este último la Señora Sala afronta distintos procesos judiciales, que llegarán a su destino normal que es la sentencia. En este sentido propongo que dejemos de lado la pasión, para buscar estrictamente la razón. Para ello recordemos que siempre hay que darle al ser humano la posibilidad de defenderse. No tenemos por ahora razones para preocuparnos por el accionar de la Justicia, como de los Ministerios Públicos: Fiscal y Defensa.-
Desde el punto de vista político, hace más de un mes que Milagro Sala está detenida. Durante todo este tiempo ni uno solo de los viejos compañeros del ayer la acompañaron en su caída en desgracia. Ninguno con los compartió planes y proyectos, o lugares en las listas de candidatos a cargos electivos, le hicieron llegar su saludo o su presente. Luego de los tiempos procesales Milagro recuperará la libertad, exhibiendo tras de si, las secuelas inherentes a las etapas reclusivas.-
En este pensamiento no me corresponde asumir la defensa de nadie. Aquí lo hago a título estrictamente personal. Si me preocupan las reacciones disvaliosas que generaron la noticia respecto de un Rosario que habría recibido Sala. En tal sentido: ¿Por qué razón la Señora Milagro no es merecedora de un Rosario? Cuánto la hemos condenado que pensamos no lo puede recibir.
Si no la consideramos merecedora de un signo de unión y camino de salvación para los hombres: ¡Cuánto ha cambiado la generosidad espiritual en Argentina! Un Rosario siempre es un camino a la Ciudad de Dios, a la que todos estamos invitados. No caigamos en la tentación de pensar que podemos excluir a alguien de esa maravillosa invitación.-
Frente los hechos que dan cuenta los medios de comunicación, me permito exhortar a no vivir en los odios del pasado. No exhumemos el ayer que nos hizo tanto daño.-
Justamente en este año que el Espíritu Santo encendiera en el corazón de nuestro Papa, la declaración del Año de la Misericordia como atributo de Dios, encontramos declaraciones públicas y actitudes adolescentes como: “No lo voy a ver al Papa”.
El Rosario que habría llegado a manos de Sala habrá sido porque será quién más lo necesita. El Papa, más allá de cómo se llame, es de todos, también de los presos. Con actitudes como estas Francisco mira con misericordia. Recordemos: La misericordia es un derroche de amor, acudamos al llamado de ese amor.-
Una vez más los argentinos debemos admirar al Papa, que invitando a transitar caminos de salvación, envía un Rosario a un preso. El no se desentendió de ella, le hizo llegar su consuelo. El Papa no opinó de su situación jurídica; la respetó. No es cierto que al hacerle llegar un Rosario esté valorando su inocencia o culpabilidad. Justamente está cumpliendo la misión del Vicario de Jesús: “Estuve presa y me visitaste”.-
Jesús también estuvo preso acompañado por otros presos. Todos ellos, necesitaron un Rosario que los acompañe. Tuvieron su cruz, a la que debieron cargar. En ese Rosario está la Cruz.-
En su visita a los Estados Unidos de América el Papa Francisco, en su discurso que como Jefe de Estado y de Gobierno pronunciara en el Capitolio, pidió a los legisladores de esa Nación estudiar mecanismos para abolir la pena de muerte. Pocos días más tarde y cuando el Papa regresó a la Ciudad del Vaticano, uno de los estados de la unión ejecutó a un preso condenado a la pena capital.-
Estas declaraciones públicas nos recuerdan el Evangelio, cuando los escribas y pontífices le mandaron espías a Jesús, que simulando ser justos, y para sorprenderle en sus palabras, pudieran entregarlo al poder y autoridad del Gobernador. Entonces le preguntaron: “¿Nos es lícito dar el tributo al César o no?”. Su respuesta de entonces resulta de plena aplicación en estos días: “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Lucas 20,9-25).-
Si el Rosario llegó a sus manos Señora Milagro Sala, la felicito. De ser así, ese Rosario en sus manos es para todos los presos. Ello porque prefiero ver un Papa haciendo llegar Rosarios a quienes sufren la pérdida de la libertad, porque les hace llegar la esperanza de un mañana mejor. Con este gesto sencillo el Papa acompaña a todos los privados de su libertad.-